NEGOCIOS ILUSTRES
El barrio ha acogido, en distintas épocas, a no menos ilustres
negocios: las
redacciones del periódico El Nuevo Mundo, El Resumen, La Esperanza,
Comedias y Comediantes y la imprenta de El Sol o la administración
de El Telegrama. También tuvo el orgullo de albergar a la casa
Hauser y Menet, célebre
por la calidad de sus postales, que durante décadas generó uno
de los archivos de imágenes más importantes sobre España
y sus monumentos.
En los primeros tiempos del barrio, las actividades que ocupaban sus
calles y
gentes estaban básicamente destinadas a cubrir las necesidades
básicas de la
población: combustible y comestibles: casas de vacas, cabrerías,
almacenes de leña o carbonerías. Poco a poco irán
surgiendo otros negocios y un comercio de cierto lujo y ocio como resultado
de un vecindario más acomodado. Predominan
tiendas de huevos y leche, de fruta y verduras, tahonas y, en la Plaza
de San Ildefonso, puestos de carne. Hay también despachos y
almacenes de vinos, tabernas, casas de comidas, cafés y espacios
de recreo como los teatros de Calderón
de la Barca, los Basilios o Cervantes.
Tiendas de artículos de vestir, sastrerías, camiserías,
sombrererías, zapaterías, incluso trajes de máscaras
u obradores de plancha. Para la casa se encontraban tiendas de muebles
y camas, carpinterías y ebanisterías, cacharrerías,
tiendas de loza y cristal, de sillas, de marcos y molduras... Droguerías,
perfumerías, peluquerías, relojerías, platearías,
librerías
o talleres de encuadernación, todo ello muestra del desahogo
que debía vivirse en estas calles.
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